sábado, 22 de diciembre de 2012

Un trabajo en progreso.


                El inicio de esta relación es un misterio. Él y Ella se conocieron por internet, sin saber mucho donde vivía el otro. Él creía que el mundo era suyo, y que pronto, surgiría hacia las estrellas pensando todos los días, como podría dominar el mundo con sus sonrisas, y con las mujeres, salvo que con estas últimas no podía dominar nada, mucho menos sus emociones y pensamientos cuando estaba con ellas. La niña -o Ella- prestaba atención a todo lo que hacía y decía él a través de internet, pero más allá de saber que él existía como ser vivo aproblemado, no le daba más importancia, en cambio, él no sabía quien era, ni que quería, por lo que no la tomaba en cuenta. Pasaron los días, y el cumpleaños de él se acercó, y el mundo giró nuevamente alrededor del sol, en el exacto lugar por decimosexta vez desde que él nació. Ella lo saludó, lo felicitó, le deseo lo mejor para el año siguiente. Él le agradeció, y siguió con su vacía e insignificante vida llena de elogios y halagos de gente inmemorable, vacía y sin sentido en la vida de una persona con aspiraciones tan grandes y sencillas.
                El año culminaba, restaban tan solo dos días, y él decidió responderle los mensajes que ella dejaba en su bandeja de entrada en Facebook. Así empezó una conversación con pocas cosas en común, salvo una gran cosa importante, que los unía desde que nacieron -como a todos los seres vivos- y que ese día los conectaría por mucho tiempo - y quizás de por vida-: el sentimiento mutuo de llenarse las vidas mutuamente diariamente. Claro que estos jóvenes no lo sabían, y no lo sabrían hasta mucho tiempo después -seis meses más tarde para ser exactos-, cuando las cosas que pasaban entre esos largos, y tan vacíos setecientos kilómetros de distancia que los separaban, se convertirían en anclas para sus emociones, cimentando sus actos para un futuro mejor entre ellos.
                Empezaron a pololear, comenzaron una relación "estable", vale decir con nombre y apellido, pero no por eso se debe olvidar el hecho que estaba precariamente basada en su falta de conocimiento personal mutuo, vacío motivado por el solo sentimiento de seguir adelante juntos, sin el apego necesario, o las ganas de querer estar juntos; y como suena, esto se convirtió en una receta para la destrucción total. Él no logró cambiar ni darse cuenta de lo que ella era para él, terminó de llevar su vida al abismo, y a todos sus seres queridos consigo, al punto en que se temió por su vida, al tener que examinarse por enfermedades venéreas que podría haber contagiado a pesar de seguir siendo virgen, y sabiendo que nada de sangre ajena u otro fluido corporal había ingresado a su torrente sanguíneo de parte de terceros, después de todo, era un adolescente borracho, con sueños de invencibilidad. Su mundo se destruyó finalmente, él no encontraba salida, ella lo ayudó. Él recibió una llamada un día de extrema tensión, era ella, con estas palabras: “amor, no te preocupes, saldremos adelante juntos, sobrevivirás y sobreviviremos. Las lágrimas vienen a lugar, pero espero que las próximas que derrames sean de alegría cuando sepas que no estás contagiado”. Él lloró cuando estuvo solo, desesperado, rezando y rogando por no enfermarse, descubriendo el verdadero significado de sus cercanos y seres más queridos, su familia.
                Su relación se quebró a los cuatro meses de estar juntos, sin conocerse personalmente siquiera. Él creía que todo terminaba a los cuatro meses -menos el mundo, por supuesto-, incluso su relación con ella, siguiendo adelante en la vida con la misma actitud optimista y dominante de que cada acontecimiento o suceso en su vida era suyo. En este mes pasó su peor tragedia, se pudo contagiar con enfermedades venéreas; pero ella asintió y consintió en terminar la relación, luego regresó con él, cuando él no estaba seguro de seguir vivo siquiera. Intentaron de nuevo. Él pasó asustado mucho tiempo, muchos meses, mientras su vínculo se aclaró más y más. Él se fue conociendo asimismo, a medida que ella entendía que podía creer más en él y en que sería su primer amor. Lo fue. No pasó tan idílicamente como ambos querían. Resultó mucho mejor.